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sábado, 9 de julio de 2011

Deseos de Lluvia

A veces quisiera fundirme con la lluvia, resbalándome por los vidrios y evaporándome cuando el sol salga de nuevo.

Alejarme de la realidad en vaho frío. Sentir la piel del resto del mundo, resbalando por cabellos, cuellos, mejillas... llegar al charco y bailar recibiendo a mis hermanas gotas; saltar exhaltada cuando alguien nos pisa o pasa un coche y nos impulsa a volar de nuevo.

A veces quisiera volar hacia las nubes y alejarme de este mundo tan banal que no se detiene a pensar en lo efímero de la vida de la lluvia. Esa lluvia que tanto nos tiene que decir.



martes, 24 de mayo de 2011

Noche lluviosa

La lluvia se va fundiendo con la piel blanca, poco a poco. Cada gota fría va resbalando suavemente por las curvas discretas de algodón. En la oscuridad del terciopelo negro que es el manto nocturno cargado de nubes de tormenta, la pareja está a buen resguardo. Las manos de él son hielos que van esculpiendo un cuerpo femenino con agua, agua que cae por hilos de cabello, agua que resbala por labios de cereza, agua que dibuja las montañas y los valles. Esta noche es la lluvia la protagonista, es ella la que traza el ritmo y la cadencia, la pasión y la ternura. La lluvia dibuja los dos cuerpos ocultos en el refugio de la noche tormentosa. Cuando nadie quiere salir, ellos están afuera, bebiendo besos de lluvia veraniega, percibiendo la humedad de los cuerpos, de la piel perlada de forma sutil. El frío sólo sirve para aumentar un poco más la temperatura, para querer estar más cerca, para no soltar el abrazo que los mantiene fundidos, amantes prófugos. Y sólo cuando la ropa no puede guardar más lluvia, cuando la pared ya no es buen apoyo, sólo entonces huyen de la intemperie para refugiarse en el cobijo de la desnudez bajo las sábanas en una noche que se resbala como agua entre los dedos, como lluvia en el cristal de la ventana, mudo testigo del amor de la pareja y sus atrevimientos nocturnos.