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martes, 31 de mayo de 2011

Presa de las palabras


Hoy cayeron palabras del cielo. Por algún motivo la gente se espantó y salió corriendo a refugiarse. Pero yo preferí estar ahí, donde las letras se dejaban ir, cautivadas por la gravedad, seduciendo a los pocos transeúntes que nos quedamos para recibirlas, con las mentes abiertas y sedientas.

Las palabras, traviesas, me incitaron a dejarlas llenarme de cabeza a pies con sus ideas, con sus rumores curiosos y sus insanidades. Y poco a poco me saturaron de tal forma que ahora no puedo evitar pensar. O escribir. O leer. No sé qué embrujo es éste. Pero tampoco me interesa romperlo. Estoy llena de palabras. Me sedujeron, las muy astutas, me hicieron suya. Porque las palabras no son mías. Soy yo, su amante y fiel servidora. Estoy cautiva, presa de las palabras. ¿A dónde me llevarán?

martes, 24 de mayo de 2011

Starlight

"This ship is taking me far away from the memories of the
people who care if I live or die
Hold you in my arms, I just wanted to hold you in my arms, I
just wanted to hold"
~Muse~

El cielo clavado de estrellas refugia como metal liquido, mercurio multicolor, en la bóveda celeste. Las luces de la ciudad siempre tenían ese efecto en la naturaleza, la deformaban de su belleza natural para darle otro toque, un poco mas extravagante si gustan, mas humano si es posible. La muchacha contemplaba el cielo, fascinada. Le hubiera encantado pasearse por las calles y tocar las nubes. Pero debía quedarse ahí, encerrada. Que tanto peligro podía haber, la verdad no lo sabia. Toda su vida había estado encerrada en ese mundo de burbujas enorme que eran casas, oficinas, centros comerciales. Aunque afuera hubiera luces, ella no sabia quien las había instalado. La humanidad entera estaba confinada a ese autoencierro inhumano. Que ironía. Pero esa noche el cielo se veía mas radiante de lo normal. Y además, no había nadie. Los toques de queda ya no se acostumbraban, ya nadie se atrevía a obviarlos. Su familia estaba fuera, en una cena en casa de alguna tía aburrida. Era su oportunidad, quería acariciar las estrellas, perderse en las nubes brumosas de extravagantes formas. Se acerco a la puerta que daba al exterior, esa que nunca se había atrevido a abrir. Titubeo por un instante y apretó el botón que con un suave ronroneo abrió la escotilla. Las nubes empezaron a colarse por ahí. No podía dejar rastros de su atrevimiento, así que salio de un brinco y cerro tras de si la escotilla. Podía tocar las nubes, pero se estaba asfixiando. Los gases la estaban saturando. Ni siquiera olian mal, era inoloros y coloridos venenos despojos de la ultima Guerra Mundial, la biológica y química que se había cargado a la mitad de la humanidad. Era una cosa hermosa y atemorizante. Las estrellas estaban junto a ella con ese baile arcoiris. Y los gases la saturaron, llenaron sus pulmones, quemandola en vida, con imagenes de luces titilantes y caricias de vidas pasadas. Ya no vería a nadie nunca mas, pero al menos había podido abrazar la libertad, inexistente para la humanidad desde hacia siglos. Tonta desobediente. Feliz aventurera. Muerta en brazos de anhelos.

Silencio

"La comprensión exige silencio [...] La mente es prisionera de las palabras, si un ritmo les pertenece, es el ritmo desordenado de los pensamientos; por el contrario, el corazón respira, de todos los órganos, es el único que late, y es ese latido lo que le permite entrar en sintonía con pulsaciones más grandes"
~Susanna Tamaro~

La muchacha, atrapada de forma indeleble e insalvable, estaba en su mente, divagando. Había crecido en un mundo de palabras huecas. Sonreír y asentir. Callar la realidad. Todos evaden la realidad de algún modo. Durmiendo, conectándose a algún aparato (televisión, reproductor de música, computadora), escribiendo. Las palabras, decía ella, la salvaban. Pero de hecho la traicionaban. Empezó todo cuando escribió algo que el novio en turno, un muchacho que apenas la estaba conociendo, malinterpretó. Ahí se rompió todo. Sus palabras tenían sentido únicamente para ella. ¿Se estaba volviendo loca? Era una cuenta cuentos, una poetisa, una mujer letrada y literata, pero incomprendida. Siempre incomprendida. Porque nunca decía la verdad. ¿Hablar de sentimientos? Nunca. Eso no se hace, eso se evita. Hablar de sentimientos molesta a la gente que rodea. Silencio y mentira. 

La muchacha, atrapada de forma insalvable, atormentada día a día, se iba hundiendo. Depresión, le dicen los psicólogos. Drama y berrinche de adolescente, le dice su padre y a veces una que otra persona que le rodea. ¿Y si supieran la verdad? ¿Si supieran todo lo que siente, que ya no respira, que se ahoga? Es prisionera de la palabras y éstas la traicionan. Sabe hablar de paisajes y de risas, de sueños y fantasías, de poemas y líricas, de temas eruditos y filosóficos, incluso. ¿Pero del corazón? ¿De esas cosas que de verdad hay que saber? Gnosei Seauton: Conócete a ti mismo. ¿Cómo se hace eso, cuando te has evadido por toda una vida? ¿Cómo o por dónde empiezas a conocerte si siempre has dado una cara?

Buscaba las palabras para describirse y era imposible. La muchacha estaba segura de haber perdido ya la razón. Loca en plena juventud, una vida desperdiciada. Harta del ruido se fugó al cuarto más alto, la buhardilla, donde sólo se escuchaba la vida transitar lejos, como en un sueño. Poco a poco los ruidos se deslizaban como agua entre las manos. Un pajarillo cantaba escondido en algún rincón, en alguna viga que la muchacha no se molestó en hallar. Se sentó a contemplar la nada. Poner la mente en blanco. ¿Cómo se hace eso con una mente activa? Abrazó las piernas, pegadas a su pecho, sentada en el suelo. Las lágrimas empezaron a fluir y con ellas una canción, de esas que cantaba cuando solía ir a misa, cuando cantaba en un coro. Pero poco a poco las palabras se desvanecieron y se convirtieron en tonada; las lágrimas, en torrente incontenible. Una vida de llanto guardado fluía.  De forma estrepitosa, sentía cómo su cuerpo se convulsionaba entre suspiro y suspiro. Se ahogaba. No eran ya pensamientos, era como una película sin sonido. Una vida entera. Una vida de mentiras no dichas: mentiras en los silencios. Y era en el mismo silencio que las resarcía, no con el mundo sino con la persona más afectada de todas: con ella misma. Lloró hasta que las lágrimas llenaron el suelo. Lloró hasta ahogarse. 

Cuando finalmente dieron con ella, estaba sentada, con la cabeza recargada contra las rodillas, inerme. Una sonrisa, la primera y última que era sincera en ella, iluminaba su rostro pálido. En el silencio había hallado la libertad.

La Luna y la Bruja


Triste, tan triste, pero ante todo, tan sola, caminando bajo la luz de la Luna llena y saboreando la noche salada, Amaranta se dirigía al borde del acantilado. El mar rugía abajo, saludándola con fuerza. Era curioso saber que el mar, tan añejo, seguía teniendo la ferocidad propia de la juventud impetuosa. Amaranta sonrió esa sonrisa de lado, torcida, quebrada. Esa sonrisa que bien le habían dicho vidas atrás que guardaba más dolor que alegría, más silencios que palabras, más tristeza que paz. Quitándose el ondulado cabello atrigado del rostro, miró al cielo y estiró los brazos, formando una cruz con su propia silueta. La Luna, curiosa e inquieta, la había contemplado en silencio desde su fase creciente hasta el día de hoy.

--¿Qué pasa por tu mente, bruja?-- habló con voz argentina desde el cielo.

Amaranta abrió los ojos y dejó caer los brazos. Su rostro inescrutable contemplaba el redondo semblante lunar.

--Todo ha terminado para mí. Es hora de alzar el vuelo.

--Pero si llevas volando años, bruja. Al menos eso decían tus cantos y tus bailes.

--Era, como todo, un engaño, un sueño fugaz y nada más.

--¿De verdad quieres regresar a mí? Sabes que una vez hecho eso, no hay marcha atrás. Ni siquiera por él. Ni aunque él se sacrifique.

--No importa, no lo hará, simplemente no importa.-- era apenas un susurro cantarino, como cristal quebrado; era obvio que contenía el llanto.

--Ustedes los humanos siempre tan inconformes, bruja. No es el fin del mundo.

--Para mí lo es. 

--No puede ser tan...

--¡Oh, sí que lo es!--arremetió Amaranta, con una silenciosa furia,-- le di mi corazón. Sintió tal seguridad que dejó que todo pasara sin pena ni gloria. Él tiene mi vida y no le interesa, no lo ve, no lo siente.

--Pero, bruja, él te ama. 

--Ama la idea de amarme. 

--No seas imprudente.

--Imprudente ya he sido.

--Bruja, ¿es que se te ha olvidado todo lo que has aprendido en tu paso por la Tierra? ¿Es acaso que tu memoria es tan corta que no alcanza más que para lo recién acaecido?

Amaranta bajó la mirada. Las lágrimas corrían por sus mejillas con libertad y eso la molestaba. Era tan débil, tan frágil. Era humana. Y a veces lo odiaba con toda su alma.

--Bruja...--la Luna guardó silencio por un momento. Amaranta estaba de rodillas, en el borde del acantilado, llorando sin control, apretando los puños. La Luna la alcanzó con uno de sus rayos más brillantes, para consolarla.-- Oh, humana, calma ya. Malo fuera que no te doliera. No seas imprudente. No te arrepientas. Dale tiempo...

--¿Al tiempo? Si ya tiene todo el que quiere.

--Oh, mujer, calla y escucha. Dale tiempo a él. Amor, comprensión... y honestidad. Deja de callar. El silencio te mata, porque oculta quién eres. 

--Pero cada que hablo se molesta.

--Porque hablas desde el arrebato y callas en la calma. Debería ser a la inversa: callar en el arrebato, hablar en la calma. Cabeza fría y corazón palpitante. Ama, bruja, no te arrepientas de amar, de sentir, de ser humana.

--Para ti es fácil decirlo porque no tienes que lidiar con los sentimientos tan absurdos y molestos, tan confusos y alebrestados, tan, tan...--el llanto ahogó las últimas palabras.

--Tan bellos e inmensos. No, no los siento. No puedo decir que te envidio, pues sentimiento es también, pero sí me pregunto con constancia qué será ser humano, vivir, llorar, amar.

--Es terrible.

--Sólo porque es hermoso. Y duele porque te importa. Y a él también le importa, no creas que no. Ustedes en su afán de ser racionales quieren dejar la parte más importante de lado. Ser inteligente no es ser ajeno a tu naturaleza, bruja. Ser fuerte no es ser ajeno a los sentimientos, es caer y aprender de esa caída. Es vivir y ser feliz y alegre la mayor parte del tiempo. Disfruta lo que tienes. No pienses en lo que no tienes, lo que no posees no está y ya. ¿Para qué lloras por eso que no conoces?

Amaranta se sacudía al ritmo de su llanto. Al borde del acantilado, iluminada por la Luna llena, fue donde él la vio. Llevaba horas buscándola. La Luna sonrió desde las alturas y procuró brillar con más fuerza, para que él no perdiera un sólo ápice de la escena. 

Corrió hacia ella y la envolvió con sus brazos de hombre fuerte y joven, de hombre enamorado y preocupado ante la idea de perder a su amada. 

--Aquí estás, estás bien, ¿Qué pasa, por qué lloras?

Amaranta al principio quiso resistirse a esos brazos, pero le duró poco la renuencia. Echó los suyos alrededor del cuello de él y se dejó envolver mientras lloraba con fuerza y, ante todo, con sentimiento.

--Tranquila, tranquila-- repetía él en suave murmullo.

La Luna sólo suspiró para sí.

--Ama, bruja, no te arrepentirás.

Compromiso


Se sienta junto a la ventana, toma el cuaderno y empieza a escribir. Tiene sueño y le duele la espalda, el trabajo ha sido pesado, pero no se queja, se alegra de tener trabajo. Sin embargo, hoy que descansa, se sienta tranquilamente junto a la ventana, con la pluma en una mano y el cuaderno en la otra y empieza a escribir. En general es feliz, aunque últimamente se ha sentido de lo más desubicada. Suspira, da un sorbo a su café, y redacta.

Te extraño. Hace mucho que no estoy contigo y ya me haces falta. Así que aquí estoy, tratando de alejar la distancia por medio de las palabras. Ya lo sé, eso de las cartas ya no se estila. ¿Para qué, si está el correo electrónico? Llámame anacrónica, pero nada como el papel en la mano y la tinta en los ojos. En fin, ya me desvié. Decía que te extraño. Tanto tiempo lejos de ti me hace daño. Es fácil decir que es normal: la vida,mi novio, el trabajo, los proyectos. ¿Pero para triunfar en la vida uno debe sacrificar las relaciones que más le importan, esas que alimentan el alma?

Me niego. Por eso estoy aquí, café en mano, dejando al mundo de lado. No se trata de huir, no me malentiendas, se trata de pasar un rato con esa persona que tanto quiero y que he dejado de lado tanto tiempo y tan fácil. Quererte... qué curioso que lo haga después de tantos años de conocerte. Te conocía, sabía que ahí estabas, pero ¿quererte? Creo que te subestimaba bastante. Claro, rutinas diarias, pendientes, amigos, familia... ¿dónde queda el tiempo para cultivar lo más importante? Es sencillo estar con una persona y darla por sentado y no quererla o darle el espacio que se merece. Así que prometo resarcirme contigo. Qué difícil, ¿te das cuenta? Pero de verdad, niña, te quiero y mucho. Así que no te dejaré de lado tanto  tiempo de nuevo ¿te parece bien? Hagamos un trato: yo te escribo y te consiento con detallitos y tú haces lo mismo.

Ahora sí, debo irme. Sí, ya lo adivinas. llegó mi novio por mí. Pero no te preocupes, porque la noche será sólo para ti, tendida en la cama. Tendrás toda mi atención hasta que te duermas. Y al día siguiente serás la primera persona con la que platique, la primera a la que salude. Más te vale estar sonriente ¿eh? Nada de quejas ni malos humores, no conmigo... aunque si llegas a estar de malas por supuesto que seré la que más fácil lo comprenda.

Ay, yo que me iba a despedir rápido, mi novio me espera. En fin... te veo al rato, en cualquier momento, en cualquier instante, en cualquier espejo o en los ojos de mi novio.

Besos

La joven se rió mientras doblaba el papel y lo guardaba en un sobre que se echó al bolsillo. Eso le hacía falta: un compromiso con ella misma. Quererse como nadie más la iba a querer jamás. Escribir, tomar café y escapar sólo con ella. Un pequeño escape.

Se levantó y fue hacia la puerta de entrada para abrazar a su novio y besarlo.

--¿Qué ta pasa, que traes la sonrisa pícara?

--Nada, sólo hablé con alguien a quien había dejado de lado.

--¿Ah, sí?

--Sí, creo que lo haré conf recuencia, me hacía falta.

Y sin decir más, tomó de la mano a su novio y caminó, tranquila, hacia la vida.

La Inspiración


Se sienta y contempla por la ventana mientras bebe un sorbo más de café. Decide que será mejor sentarse junto al alféizar de la ventana, así que se vuelve a levantar, sin soltar la taza humeante, y se sienta justo a un lado del alféizar. Sigue contemplando el paisaje, el azul limpio del cielo matutino, las calles tranquilas ante el silencio y la ausencia de los coches. Graba cada instante en su mente y se lo va narrando a sí misma, como un cuento de hadas, para después poderlo traspolar al procesador de palabras.

Vuelve a sentarse junto a la computadora y suspira mientras piensa que es agradable pararse temprano sólo por contemplar la escena de paz en la ciudad, escena que ella sabe durará muy poco, si no es que nada en absoluto. Así como el café se enfriará, así regresará la vida y la cotidianeidad al movimiento de la ciudad.

Da un sorbo más al café, ya no tan caliente, y se levanta. El rumor de su pijama la acompaña mientras camina por los pasillos. Entra a la habitación y lo ve, dormido, tranquilo. Se vuelve a meter en las cobijas y lo abraza; le da un beso suave en la mejilla para despertarlo. Él, moviéndose un poco y apenas abriendo los ojos, le sonríe desde ese punto medio entre el sueño y la vigilia, y le pregunta:

-¿La encontraste?

-Creo que sí- ella se abraza a él y se acurruca. Él da media vuelta para tenerla de frente y la abraza: se hunden mutuamente en el aroma del otro.

-¿Y ahora?

-Espero ya no me dé guerra- dice ella sonriendo- al menos hasta que termine este capítulo.

-Jaja, claro, al menos hasta que termines este capítulo.- repite él entornando los ojos y apretándola con fuerza contra sí. De menos sabe que serán un par de noches sin que ella se aleje de la cama y lo deje solo.

La besa con suavidad en la cabeza, luego la mejilla, los labios, el cuello. Mientras ella va disfrutando de esos besos y esconde un bostezo -la noche entera despierta ¡qué horror!- sonríe contenta: ahora al ponerse frente a la pantalla en blanco la cosa será más sencilla.

¡Si tan sólo la inspiración no viniera a jugar a las escondidillas con ella en la mitad de la noche! Pero de menos esta vez la había encontrado, la idea ya había sido aprisionada y podría utilizarla a placer aunque, como bien le había dicho a él, nada más por este capítulo. ¿El siguiente capítulo? Ese sin duda alguna sería una nueva búsqueda. 

La Niña Espejo


Cuenta la leyenda, aunque a mí no me consta de cierto, que existe una criatura metamórfica y misteriosa llamada la Niña Espejo. Esta niña, a pesar de ser única como todas las criaturas de la creación, posee una peculiaridad interesante: refleja lo que ve, cambiando acorde a la persona que se le pare enfrente. No es que su cabello cambie de color o los ojos se le vuelvan más claros o más oscuros.Simplemente algunos rasgos sutiles,como sus gustos, anhelos, y si acaso de vez en cuando algunas ideas, tienden a ser casi iguales, un reflejo casi certero, de quien se pare enfrente de ella.

Pon a una mujer literata y la Niña Espejo hablará de literatura, autores fantásticos, letras entrañables.  Pon a un fanático de la música de tal o cual autor y la Niña Espejo "aprenderá" a amar a dicho autor y hablarte de los por qués, que veladamente serán las mismas razones de quien le presentó a dicho autor. Ponle a alguien que repudie a la sociedad, la familia, los valores y la moral, y la Niña Espejo que antes tenía esas cosas por lo más alto, empezará a repudiarlas de igual forma, si acaso un poco más para que el mundo le crea que son sus ideas y no el reflejo distorsionado de ideas ajenas.

Esta criatura de la que hablo vaga por ahí, imagino yo en busca de su propia identidad, pues cuando no tiene a alguien enfrente para reflejar, entonces proyecta libros, música, ideas que consigue por ahí y que va remendando cual pedazos de tela para hacer una colcha no muy uniforme. A veces intuyo que es, en realidad, una persona más como todos nosotros, cautiva bajo el influjo de algún malvado hechizo. Quizá si la pusiéramos enfrente de un espejo para que no quedara nada más que ella, el hechizo se rompería y ella podría reflejarse a sí misma ante el mundo...