martes, 24 de mayo de 2011

La Inspiración


Se sienta y contempla por la ventana mientras bebe un sorbo más de café. Decide que será mejor sentarse junto al alféizar de la ventana, así que se vuelve a levantar, sin soltar la taza humeante, y se sienta justo a un lado del alféizar. Sigue contemplando el paisaje, el azul limpio del cielo matutino, las calles tranquilas ante el silencio y la ausencia de los coches. Graba cada instante en su mente y se lo va narrando a sí misma, como un cuento de hadas, para después poderlo traspolar al procesador de palabras.

Vuelve a sentarse junto a la computadora y suspira mientras piensa que es agradable pararse temprano sólo por contemplar la escena de paz en la ciudad, escena que ella sabe durará muy poco, si no es que nada en absoluto. Así como el café se enfriará, así regresará la vida y la cotidianeidad al movimiento de la ciudad.

Da un sorbo más al café, ya no tan caliente, y se levanta. El rumor de su pijama la acompaña mientras camina por los pasillos. Entra a la habitación y lo ve, dormido, tranquilo. Se vuelve a meter en las cobijas y lo abraza; le da un beso suave en la mejilla para despertarlo. Él, moviéndose un poco y apenas abriendo los ojos, le sonríe desde ese punto medio entre el sueño y la vigilia, y le pregunta:

-¿La encontraste?

-Creo que sí- ella se abraza a él y se acurruca. Él da media vuelta para tenerla de frente y la abraza: se hunden mutuamente en el aroma del otro.

-¿Y ahora?

-Espero ya no me dé guerra- dice ella sonriendo- al menos hasta que termine este capítulo.

-Jaja, claro, al menos hasta que termines este capítulo.- repite él entornando los ojos y apretándola con fuerza contra sí. De menos sabe que serán un par de noches sin que ella se aleje de la cama y lo deje solo.

La besa con suavidad en la cabeza, luego la mejilla, los labios, el cuello. Mientras ella va disfrutando de esos besos y esconde un bostezo -la noche entera despierta ¡qué horror!- sonríe contenta: ahora al ponerse frente a la pantalla en blanco la cosa será más sencilla.

¡Si tan sólo la inspiración no viniera a jugar a las escondidillas con ella en la mitad de la noche! Pero de menos esta vez la había encontrado, la idea ya había sido aprisionada y podría utilizarla a placer aunque, como bien le había dicho a él, nada más por este capítulo. ¿El siguiente capítulo? Ese sin duda alguna sería una nueva búsqueda. 

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