martes, 24 de mayo de 2011

For you, stranger

Hola. ¿Cómo estás? ¿Bien? Eso espero. Ya sé, a mí no debería importarme, porque no te conozco y no me conoces. Y entonces, estrictamente hablando, no tengo nada que decirte. Pero en realidad te equivocas, tengo mucho que decirte. Mucho que platicarte. Mucho que oírte, para que las lágrimas tranquilicen mi alma, y tranquilicen la tuya. Sé muy poco de ti y aún así me has podido conmover. Y no sólo conmover, sino moverme hasta el punto de que las dudas y los miedos me aquejaron por una noche entera. ¿Absurdo? No tanto. Noté tu infelicidad y la reconocí al instante. Yo ya lo viví y aunque las circunstancias no son iguales ni por asomo, no deja de dolerme tu dolor. Aunque fuera un dolor, como todos, pasajero. Aunque fuera un dolor con contorno de odio y rabia y celos. Creéme que si alguien sabe de eso soy yo. No son sentmientos positivos y no ayudan para nada. Es latoso sentirse así, lleno de dudas y preguntas hechas al aire que nadie jamás contestará. Me gustaría poder darte todas las respuestas, pero ni yo las tengo. Aunque me gusta pensar que sin esas duas, si todo lo supiéramos, la vida no tendría chiste. ¿Para qué saberlo todo? Al menos eso me pasa a mí que me motiva el hecho de saber, aprender y conocer... pero ya me desvié. Quiero decirte que te escribo para pedirte perdón. Por todo lo que lloraste. Por todo lo que te enojaste. Por todo lo que sufriste. Pero no puedo arrepentirme de todo lo que aprendiste. ¿A poco no aprendiste? Yo creo que sí. Tú no me conoces, pero yo a ti sí, aunque quieras permanecer como un extraño entre las sombras. Lamento que sufras, te acompaño en tu pesar. Aquí estoy. Te ofrezco mi mano y mi amistad. Y sinceramente, perdóname.

No hay comentarios: