martes, 24 de mayo de 2011

Sobre el Amor

Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el
más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son
los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de
encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están
solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no
salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer
más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no
esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la
prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son
los insaciables, los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos. Los amorosos
son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del
cuello se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no
pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad
abren los ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la
sábana y su cama flota como sobre un lago. Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos,
hambrientos, a cazar fantasmas. Se ríen de las gentes que lo saben todo, de las
que aman a perpetuidad, verídicamente, de las que creen en el amor como una
lámpara de inagotable aceite. Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el
humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de
resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse. Los amorosos se avergüenzan de
toda conformación. Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, la muerte les
fermenta detrás de los ojos, y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que
trenes y gallos se despiden dolorosamente. Les llega a veces un olor a tierra
recién nacida, a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, a
arroyos de agua tierna y a cocinas. Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida

~~Jaime Sabines~~

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